Si te querías ahogar, no fue por mi mano.
Admito que yo tampoco flotaba tranquilo en mi vaso medio lleno, pero tu botella me sobrepasó.
Por más agua que vertía en mi recipiente, por más agua que tragaba para intentar bajar tu nivel, tú seguías ahogándote y al final el que se ahogó fui yo.
Y ahora te hablo desde el fondo de un inmenso vaso el cual no tengo muy claro si está medio lleno o simplemente roto.
Y yo, con él.
Espero poder llegar a perdonarme(nos) algún día. Te quiero.